El estudio antropométrico, que determina nuestra composición corporal, es algo que tenemos que tener en cuenta a la hora de evaluar y marcar objetivos, más que el propio peso corporal.
Un estudio antropométrico confiere una serie de valores que nos permite evaluar básicamente 5 componentes: piel, tejido adiposo, tejido muscular, tejido óseo y tejido residual (que se refiere al formado por las vísceras, nervios, vasos vasculares, y el tejido adiposo). Todo ello nos da el peso corporal.
Son muchos los que se inician en el ciclo-indoor con el fin de gestionar peso corporal.
La mayoría de las veces, la pérdida de peso no está asociada a una pérdida de grasa y por la ignorancia en la planificación de los entrenos, el alumno entra en un proceso de deshidratación y catabolismo muscular, sin que se produzca la pérdida de grasa deseada.
En las clases de ciclo se puede movilizar grasa y favorecer el proceso de lipólisis. También no siempre la movilización de AGL conlleva una pérdida de peso, hay que tener en cuenta el proceso de betaoxidación que se produce en el interior de la mitocondria y que está regido por mecanismos de regulación (enzimas). La actividad enzimática se incrementa con trabajos de entre 5 y 30 segundos, la actividad de la fosforilasa, la creatin-kinasa y la miokinasa solo mejora con esfuerzos de, al menos, 30 segundos. (Costill et. Col 1979). Esto vendría a reforzar el por qué utilizamos los trabajos interválicos a máxima intensidad en las clases de ciclo.
Lo que sí cabe resaltar son los beneficios que conlleva el combinar el trabajo cardiovascular en las clases de ciclo con el trabajo en sala fitness o en actividades propias de escuela de espalda como el pilates, para mejorar posibles descompensaciones que produce la práctica asidua de ciclo (cifosis dorsal propia de la posición, descompensaciones entre el vasto interno y el externo, acortamiento isquiosural, descompensaciones en la zona lumboadominal y suelo pélvico…) y obtener masa muscular mejorando así la gestión de peso.
Es importante reducir la cantidad de grasa, no sólo por estética, que en la mayoría de ocasiones es lo que buscan los usuarios; el tejido adiposo y su disposición son un aspecto importante dentro del ámbito de la salud debido a la asociación con factores de riesgo en diferentes enfermedades metabólicas y endocrinas como la diabetes, insuficiencia coronaria, hipertensión arterial o enfermedades circulatorias como por ejemplo las varices.
Lo importante no es sólo la cantidad total adiposa, sino el sitio donde se acumula. Las mujeres, por norma general, tienen una adiposidad más marcada hacia la parte inferior del cuerpo, caracterizado por una concentración de grasa en las caderas y muslos, atribuidos a la acción hormonal femenina. Los hombres al contrario tienden a acumular la grasa en el tronco y la zona subcutánea abdominal.
Ahora bien, muchos clientes se rigen por la reducción del perímetro de cintura, y lo que notan es una pérdida sustancial de grasa en las primeras semanas sobre todo en el tren inferior cuando la expectativa real es “bajar la barriga”. La grasa a ese nivel requiere un tiempo (hay mucha) y lo normal es pensar que ha habido un estancamiento cuando comparan extremidades con perímetro abdominal, pensando erróneamente que se está perdiendo más grasa en las piernas , y lo que ocurre es que porcentualmente se está perdiendo más grasa en la zona abdominal.
El número de adipocitos (células grasas) no se puede modificar tras la pubertad, pero diversos factores (socioeconómicos, culturales, deportivos, nutritivos, etc) sí que pueden modificar su tamaño, acumulando mayor cantidad de grasa en depende qué zonas. El estrés es otro factor desencadenante de acumulación de grasa en el perímetro abdominal debido a la acción hormonal que desempeña el cerebro, aumentando los niveles de cortisol. La falta de sueño reparador y suficiente para contrarrestar éste desorden hormonal…. Y un sinfín de factores que hacen que la composición corporal se vea afectada.
Otro aspecto curioso y que suele crear controversia es que si bien el tejido adiposo abdominal es el primero en verse afectado, contrariamente a la creencia popular, los cambios que experimenta la grasa abdominal no están relacionados con el volumen de entreno (horas que le echamos a la actividad), sino a la intensidad con la que la realizamos, es decir, a mayor intensidad más balance energético negativo, por lo tanto más probabilidades de gestionar peso.