¿Es la agricultura de principios del siglo XXI más ecológica y menos contaminante que hace 30 años? Es lo que cabría esperar; sin embargo, el balance global sigue siendo igual de negativo.
Nuestras elecciones alimenticias tienen un fuerte impacto sobre el entorno. La elección de ecológico o convencional, pero también, el hecho de introducir en nuestro menú productos locales o procedentes del otro extremo del mundo.
Un informe de la FAO ha hecho saltar la alarma sobre el impacto ambiental de la ganadería. A nivel mundial, es responsable del 18% de las emisiones de gas de efecto invernadero, un porcentaje superior al de todos los transportes. Pero no todos los tipos de ganadería son iguales. Los malos «alumnos» son los rumiantes (vacas, ovejas, cabras) debido a su «mal» habito de rumiar, que es lo que provoca emisiones de metano.
El balance ecológico de los rumiantes depende considerablemente de la manera en la que son alimentados. Cuando se les alimenta con hierba y heno, siguen emitiendo metano, pero su impacto ecológico global es menor que cuando su alimentación es a base de ensilado de maíz, de cereales y torta de soja.
La industria alimentaria hace mucho que dejó de ser artesanal (debido al empleo de fertilizantes químicos y pesticidas) y se rige por los mismos parámetros de productividad y de gestión que cualquier otro tipo de industria.
El mundo está perdiendo bastante con estos procedimientos, y de seguir así, el sostenimiento del planeta será algo más que discutible con niveles de contaminación insostenibles… El empleo masivo e inapropiado de fertilizantes y pesticidas ha deteriorado los suelos y acabado con muchas especies de animales. Y no solo presentan una pérdida ecológica, está suponiendo el empobrecimiento de muchos países del tercer mundo, habiéndose visto forzados a dedicarse a este tipo de cultivos, abandonando sus procedimientos tradicionales.
La agricultura ecológica sigue siendo muy minoritaria y muchos la consideran aun como una agricultura para países ricos, incapaz de alimentar a la población creciente del planeta. Es cierto que los productos ecológicos son más caros que los productos convencionales. Esta diferencia se debe a rendimientos más reducidos, a costes de mano de obra y a los costes de distribución. Por otro lado, en los países subdesarrollados, los campesinos no tienen otra solución para aumentar sus rendimientos que las que ofrece la agricultura ecológica. Esto muestra que la agricultura de lujo, no es la ecológica, sino justamente la convencional, imposible de generalizar debido a su excesivo consumo de abonos y plaguicidas, cuyos precios aumentaran necesariamente debido a la escasez del petróleo.
En conclusión, sólo a partir de un medio ambiente sano y de unos procedimientos que respeten la identidad biológica de los alimentos y que nos considere a nosotros como partes integrantes de todo el sistema biológico además de meros consumidores, podemos proveernos de alimentos saludables.
En el planeta vivimos nosotros y somos nosotros quienes tenemos que encargarnos del sostenimiento y recuperación de su medio ambiente para que pueda proveernos de comida sana a todos sus habitantes.
Zulai Plazaola Acosta
Genius en AltaFit Vitoria