Seguro que conoces en tu entorno más próximo a alguien que padece intolerancia a la lactosa. Te explicamos en qué consiste y cómo puedes saber si esas molestias que sufres podrían ser causadas por ella.
La intolerancia a la lactosa no es peligrosa, pero es cierto que puede ser bastante molesta antes de ser diagnosticada y tener controlados sus síntomas, siendo muy común en la mayoría de los adultos de la población mundial, menos habitual en el norte y centro de Europa.
La lactosa es un tipo de azúcar que se encuentra en la leche y los productos lácteos. Para digerir la lactosa que tomas a lo largo del día tu intestino delgado produce lactasa.
Como se ha dicho la lactasa es la enzima que tu intestino delgado produce para digerir la lactosa que consumes a lo largo del día pero es cuando tu intestino no produce la cantidad necesaria de esta enzima cuando la lactosa no digerida pasa al intestino grueso generando sustancias de deshecho como hidrógeno, anhídrido carbónico, metano y diferentes ácidos grasos causantes de los síntomas de esta intolerancia.
En la actualidad, no sólo los lácteos contienen lactosa ya que se trata de un conservante muy extendido usado en la mayoría de productos envasados y preparados, algo que hasta que no te diagnostican intolerancia a la lactosa pasa bastante inadvertido.
Una dolencia que comprometa o lesione el intestino delgado puede hacer que tu organismo produzca menor cantidad de lactasa que la que necesita tu organismo para digerir la lactosa y con ello se manifieste o se agrave la dolencia.
Una persona que sufre intolerancia a la lactosa sufrirá sus síntomas entre 30 minutos y dos horas después de haber consumido productos lácteos y suelen ser más graves cuando más cantidades de lácteos se consuman.
Los síntomas más habituales son:
-distensión abdominal (hinchazón);
-cólicos abdominales y espasmos;
-diarreas;
-flatulencias;
-nauseas.
Estos síntomas se podrían confundir con los síntomas del colon irritable o enfermedad de Crohn por lo que para su diagnostico se realizan diferentes pruebas. La prueba diagnóstica más común es el Test del Hidrógeno en el aliento. Con esta prueba te harán tomar una solución de lactosa en periodos de 15 minutos, soplar para analizar tu aliento y la concentración de Hidrógeno en la respiración indicará el grado de intolerancia que presentas.
Una vez que te diagnostican intolerancia a la lactosa tendrás que limitar la toma de lácteos y productos que contengan lactosa según tu umbral de intolerancia. Esto podría provocar q tuvieses déficit de Calcio o vitamina D (necesaria para absorber el calcio se obtiene con ligeras exposiciones al sol), por lo que deberás consumir otros productos ricos en estas sustancias y demás sustancias que ayudan a la absorción del calcio como vitamina A, C, Fosforo, Magnesio y Potasio.
Puedes tomar alimentos ricos en calcio como las sardinas, salmón, tofu, gambas, col, espinacas, nueces…
Alimentos no aconsejables para intolerantes a la lactosa son:
Lácteos y sus derivados. Aditivo E-966 Lactilol (edulcorante sintético bajo en calorías que se obtiene de la leche)
Alimentos que pueden contener lactosa:
Cremas. Bollería. Fiambres y embutidos. Galletas. Platos pre-cocinados. Salsas de ensaladas. Batidos. Cervezas. Complejos vitamínicos y medicamentos.
Ingredientes y aditivos lácteos que puedes consumir:
E-270 Ácido láctico. E101 Ribloflavina. E-325 Lactato de Sodio. E-326 Lactato de Potasio. E-327 Lactato de Calcio. E472b Esteres Lácticos. E481 y E482 Lactilatos. Almidón. Caseína. Caseinito de calcio, calcinato de potasio, calcinato de sodio y calcinato de magnesio.
En resumen, deberás controlar lo que comes y lo que bebes evitando según tu grado de intolerancia la toma de lactosa aunque siempre tendrás la opción de adquirir en sustitutos de lactasa en comprimidos que te ayudará a la asimilación de la lactosa que pudieses consumir.