Siempre que pensamos en hacer dieta, creemos que tenemos que restringir la ingesta de grasas sobre todo las de origen animal, conocidas como grasas saturadas.
Pero esto no es del todo correcto, ya que este tipo de grasa es muy importante para nuestra salud, puesto que, entre otras muchas cosas:
- Aportan a nuestras células la resistencia e integridad necesarias.
- Los huesos asimilan mejor el calcio.
- Mejoran nuestro sistema inmune.
- El músculo cardíaco necesita esta reserva para momentos de estrés.
- Tienen propiedades antimicrobianas, protegiendo así el tracto digestivo de microorganismos dañinos.
Pero hay que saber QUÉ grasas tomar y CÓMO se han cocinado / procesado:
SATURADAS SIN PROCESAR, se pueden calentar ya que su composición molecular no se altera, no se vuelven TRANS:
-Aceites de Coco y Palma, importante recordar que no estén refinados.
-Mantequilla y Manteca de cerdo.
-Sebo y grasas de otros animales: pollo, cordero, pato…
-Lácteos enteros, pero no azucarados: quesos, yogures, cuajadas, y otros derivados.
INSATURADAS SIN HIDROGENAR, para usar en frío, ya que al contrario que las saturadas, su composición molecular se altera con el calor, convirtiéndose igualmente en TRANS:
-Aceite de oliva virgen extra (prensado en frío).
-Aceite de semillas cómo: sésamo, nueces de pecan, macadamia, lino.
-Aguacate.
-Nueces y otras semillas.
Por lo tanto, es importantísimo saber que las grasas que tenemos que dejar de consumir, ya que son altamente dañinas para nuestra salud son:
SATURADAS PORCESADAS:
-Margarina.
-Embutidos tipo chorizo, morcilla, salami, salchichón (sin importar si es cerdo, pavo, pollo…).
-Salchichas, ya sean del animal que sea.
INSATURADAS PROCESADAS, ya que se oxidan fácilmente al exponerse a la luz, el aire y el calor:
-Aceites de: canola, maíz, soja, girasol, arroz, semillas de uva, cártamo.
Por lo tanto, grasas sí, pero ¿cuáles y cómo? Ahí está la clave del consumo beneficioso para nuestra salud.